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Los Expertos Hablan: Mujeres en Compliance, orientadas por la brújula ética interna

El evidente cambio de paradigma social al que asistimos en los últimos años nos lleva a afirmar que la mera existencia de normas, muchas veces programáticas, resultan insuficientes para abarcar un tema tan complejo como el del compliance, porque intentamos generar un cambio real y efectivo, y para ello jamás las normas son suficientes por sí solas.

El Corporate Compliance es un conjunto de procedimientos y buenas prácticas adoptados por las organizaciones para identificar los riesgos operativos y legales a los que se enfrentan y establecer mecanismos internos de prevención, gestión, control y reacción frente a los mismos. Dejó de ser una opción voluntaria y es hoy un requisito a integrar en una organización, en atención a los preceptos legales también y a protegerse ante situaciones que arriesguen la estabilidad y continuidad de la actividad organizacional.

Marisa Mancino, presidenta World Compliance Association Chile, se enfoca además en el rol de las Mujeres en Compliance:

“En este entendimiento, los programas de Integridad o de Compliance son herramientas útiles que debemos aprovechar al máximo, es una estructura ya generada para la prevención de riesgos de corrupción  pero es imprescindible que cuenten con temas de género y protección de la equidad para asegurar la sostenibilidad de los mismos”.

“Los reglamentos internos, Códigos de conducta, los instrumentos de autorregulación deben reflejar compromiso con la prevención de todas las situaciones que pudieran atentar o vulnerar a las mujeres dentro de las empresas (acoso sexual, laboral, discriminación)”.

“Las empresas deben sopesar que los climas laborales hostiles o ingratos afectan la competitividad de los trabajadores/as  al interior de las empresas, quebrándose la confianza.  Es muy relevante incluir protocolos especiales para prevenir e investigar los acosos sexuales, lograr transparencia en las remuneraciones a fin de respetar la equidad salarial, regular los ascensos y generar una cultura de respeto y promoción del trabajo femenino”.

“Las mujeres somos una  piedra angular para lograr transparencia corporativa, si bien no hay pruebas empíricas al respecto, poseemos lo que consideraría  una brújula ética diferenciadora  que actúa como guía en nuestras actividades. Tenemos un estilo diferente al masculino, complementario”.

“Poseemos manejo de gestión certera, estamos más en el detalle, en la veracidad, autenticidad, nos rodeamos de personas capaces  en base a reconocer humildemente nuestras limitaciones y flaquezas. Anticipamos lo que puede pasar, porque miramos los efectos en las personas. Somos diferentes, no superiores, pero esa diferencia es la necesaria en éstas áreas de riesgos donde se requiere más transparencia y realismo, algo holístico diríamos, algo más intuitivo, profundo, que posibilita detectar o percibir prácticas corruptas más tempranamente”.

“Para todas las decisiones que tomamos ocupamos las tres F: (según la profesora Nuria Chinchilla) la de la FEMENIDAD (miramos con más enfoque y más ojos), FAMILIA: (no somos islas, y somos capaces de sentir que todos la tenemos, respetamos esos espacios) FLEXIBILIDAD: (somos seres  flexibles adaptables a situaciones y diversas realidades, y esto nos da dos C: COMPROMISO, CONFIANZA”.

“La mujer en el mundo del compliance se acerca al riesgo desde una perspectiva más global y multidimensional”. 

Por ejemplo, la experta mencionó que “Chile vivió en el último año situaciones muy complejas y algunas de las grandes demandas que causaron el estallido social en octubre de 2019 fueron iniciadas por grupos de Mujeres, solicitando el fortalecimiento y aplicación efectiva de la política contra el acoso laboral sexual y de buenas prácticas laborales”.

“Deseamos un futuro comprometido con la inclusión, la igualdad, la transparencia que esa brújula diferenciadora nos oriente hacia esa complementariedad por un mundo mejor, para ello importante plantearnos nuestro aporte”, finalizó.

Cabe mencionar que este artículo fue publicado en el número 17 de la revista The Latin American Lawyer.

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